Cuando el método de Tony Robbins te desconecta de ti mismo
    Te dijeron que controlar tu mente era libertad. Pero el control constante te separa de ti.
En el email de la semana pasada me cayeron algunos "palos" por el artículo de Tony Robbins.
Pues como buen Tauro que soy, hoy vuelvo a la carga. "Quien dijo miedo"
Para empezar decir que Tony me parece un tío increíble y por eso es multimillonario. Pero eso no quita que no todo lo comparta.
Durante décadas, Tony Robbins ha vendido una promesa poderosa: si dominas tu mente, dominarás tu vida.
El mensaje suena impecable: disciplina, enfoque, planificación, control.
Pero detrás de esa aparente libertad se esconde una trampa silenciosa: cuanto más intentas controlar, menos libre eres.
Porque el control constante no es poder. Es miedo con buena letra.
Miedo a perder, miedo a fallar, miedo a soltar.
Y así, sin darte cuenta, terminas viviendo para mantener el control…
y desconectándote de lo único que te puede sostener: tu energía real.
No digo que no haya que saber controlar la mente, digo que no se puede convertir en una obsesión, porque al final desgasta.
El mito del control absoluto
Tony Robbins enseña que todo empieza con “tomar el control” de tu mente, tus emociones, tu entorno.
Su método —popular en libros, eventos y coaching— promueve la idea de que puedes dirigirlo todo si te lo propones lo suficiente.
Pero hay un problema: la vida no obedece a que 2+2 son 4.
El Taoísmo, base del método Dominium, enseña lo contrario:
“El sabio no controla, comprende. No fuerza, fluye.”
Mientras Robbins habla de dominar tu mente, el Tao te recuerda que la mente dominada es una mente agotada.
Y ese agotamiento no es mental: es energético.
Cuando todo lo que haces nace del control, te desconectas del cuerpo, de la emoción y del fuego que da sentido a lo que haces.
Las emociones, incluidas las negativas, son necesarias. No podemos vivir apartando y avanzando sin más, sin tenerlas en cuenta. Porque eso al final pasa factura.
Cómo la hiperproductividad mata tu fuego
El culto moderno al “más”
Vivimos en la era del rendimiento.
Si no produces, vales menos. Si no creces, estás fallando.
El sistema te convence de que descansar es perder el tiempo, y Tony Robbins,  se convirtió en uno de los grandes predicadores de esa religión moderna: la productividad sin alma.
Frases como “Where focus goes, energy flows” suenan inspiradoras…
pero, ¿qué pasa cuando todo tu foco va hacia lo que deberías hacer, en lugar de lo que realmente necesitas?
Tu energía se seca.
Tu fuego se convierte en ceniza.
Y la vida se vuelve una lista infinita de tareas donde tú ya no apareces.
¿Donde quedan los sentimientos que surgen de las miles experiencias?
No somos robots que avanzan y avanzan sin sentir.
Claro que es bueno avanzar, tener foco...pero no somos máquinas. Nos tenemos que permitir saber fluir en esos días en los que la energía no nos acompaña.
Si negamos las emociones, para pasar rápidamente a la acción, estamos negando un proceso vital, que es procesar la experiencia.
El cansancio espiritual del “tengo que mejorarme”
El desarrollo personal puede ser medicina o veneno.
Y cuando se convierte en obsesión, deja de sanar.
El enfoque de Robbins empuja al “más alto rendimiento”, al “estado pico”.
Pero vivir permanentemente en modo “peak state” es como mantener un coche a 200 km/h todo el día: terminas fundiendo el motor.
No se tú, pero esa búsqueda constante de mejora genera un tipo de cansancio que no se cura durmiendo: el cansancio espiritual.
Esa sensación de vacío incluso cuando todo parece ir bien.
De haber “hecho todo lo correcto” y aun así sentirte apagado.
La paradoja es brutal: cuanto más intentas dominar tu mente, más te alejas de ti.
Porque en el fondo no necesitas mejorarte, necesitas recordarte.
El arte taoísta de soltar: menos control, más claridad
El principio del wu wei
El Tao enseña el principio del wu wei: “acción sin esfuerzo”.
No es pasividad, es sincronía.
Es hacer lo necesario sin forzar lo innecesario.
En el método Dominium, este principio se traduce en algo simple:
No hagas más. Haz lo que enciende tu fuego.
No te obligues a controlarlo todo. Observa qué parte de ti está intentando tener razón en lugar de estar en paz.
El control drena. La rendición libera.
La rendición no es debilidad.
Es confianza.
Rendirte no es rendirte al fracaso, sino a la realidad.
Dejas de luchar contra ti. Dejas de empujar lo que ya no va contigo.
Cuando practicas el arte de soltar, tu mente deja espacio, tu cuerpo se relaja y tu fuego se enciende.
“La libertad no se alcanza cuando dominas todo, porque eso es imposible, sino cuando dejas de luchar contigo.”
De la obsesión al equilibrio: el enfoque Dominium
En Dominium no creemos en el control absoluto, sino en la coherencia energética.
Tu mente, tu cuerpo y tu fuego deben moverse en la misma dirección.
Por eso mi método no busca que seas más productivo, sino más tú.
Los tres pasos son claros:
- Volver al fuego: reconectar con tu energía esencial.
 - El arte de soltar: limpiar lo que no vibra contigo.
 - Diseñar una vida sencilla y abundante: crear desde tu centro, no desde la exigencia.
 
No necesitas convertirte en otra persona.
Necesitas volver a ser tú sin las máscaras del control.
“El control no da libertad. Solo cuando dejas de empujarte, la vida empieza a moverse contigo.”
Conclusión: rendirte no es perder poder, es recuperar energía
Tony Robbins enseña a dominar la mente.
Dominium enseña a liberarla.
El primero busca fuerza, el segundo busca equilibrio.
Y en ese equilibrio, la productividad deja paso a la presencia.
El verdadero poder no está en controlar cada pensamiento, sino en escuchar el silencio entre ellos.
Si sientes que vives en guerra contigo, no necesitas más control.
Necesitas volver a tu fuego.
Te propongo algo. Seguro que hay cosas en tu día a día que te pesan. Bien puede ser el trabajo, la salud, las relaciones, etc.
Podemos tener una charla. Es una sesión gratuita de orientación.
Hablamos y a ver si te puedo dar dirección. Creo que si.
Aquí:
Un abrazo
Luis