Mira como me insultan

Mira como me insultan

"Eres un cabrón"

Esta frase me la han dicho muchas veces, pero las dos veces que más me gustaron escuchar esas palabras, fue después de regalar.

Tras 2 regalos.

2 veces me soltaron; "eres un cabrón"

Te cuento.

He hecho 2 regalos en mi vida para joder.

Con cariño.

Joder con cariño está bien.

Seguro que estas conmigo.

Te cuento sobre los 2 regalos.

1.- Un tambor al hijo de un amigo.

Un niño con un tambor jode, sobre todo si el niño es voluntarioso.

2.- Un reloj de cuco a un compañero de trabajo en mis inicios.

Tras irme del pueblo en el que trabajé y dejar el piso, como se iba a casar, le regale un reloj de cuco.

De los que dan hasta los cuartos.

Mi abuelo tenía uno. Es como torturarte.

Porque cada quince minutos salta el pajarito —¡cucú!— a recordarte que la vida es corta y el sueño también.


Pues bien, esos fueron los dos regalos más cabrones que he hecho.
Pero aquí viene lo divertido:
los dos me los agradecieron.


Con sarcasmo, claro.
Pero agradecimiento, al fin y al cabo.

¿Por qué?
Porque, aunque fueran regalos “para fastidiar”, tenían algo poderoso:
no se olvidaban.


Eran de esos regalos que generan historias.
Que se recuerdan en cada cena.
Que se cuentan durante años.


Que se mencionan cuando el tambor se queda sin baquetas o cuando el cuco empieza a fallar.

Y ahí es donde entra lo que te voy a decir ahora:


este año puedes regalar algo mucho mejor que un tambor ruidoso o un cuco psicópata.


Puedes regalar algo que se queda grabado…
pero para bien.

Un regalo que no molesta.
Que no ocupa espacio.
Que no interrumpe la siesta.


Pero que remueve, despierta, ilumina y coloca piezas internas.
Un regalo que hace que la persona te mire —con pausa, con emoción, con sorpresa—
y te suelte, quizá con un poco de temblor:
“Eres un cabrón… pero del bueno”.

Porque has dado en el centro.
Has regalado algo que no sabía que necesitaba.
Algo que hace pensar.
Que ayuda.
Que acompaña.
Que revela.
Que ordena.

Y eso es lo que voy a sacar mañana.
Un regalo que no hace ruido…
pero que sí hace efecto.
Profundo.
Personal.
Transformador.

No es un objeto.
No es un vale.
No es una experiencia típica.
Es otra cosa.
Una cosa que se abre y cambia algo dentro.

Y sí, podrás regalarlo.
Y sí, te lo agradecerán.

Mañana 1 de diciembre lo suelto.
Las plazas serán pocas.
Muy pocas.

Luego no digas que no avisé.

Un abrazo

Luis