#Carta 3: La importancia de las miradas no resueltas
Avances de personas que ya están dentro ¿serás tú la próxima persona?
"Que buena la historia, menuda era la viuda, jajaja. Me ha dado un giro brutal la cabeza por cómo hay que persuadir. Soy comercial hace más de 20 años y ahora me he dado cuenta que lo he estado haciendo mal. Se me abre un mundo con estos consejos la verdad, nunca había visto desde ese punto las ventas ni cómo podemos conseguir cosas. Genial."
Antes de leer la historia quiero que pienses sobre esto
¿Recuerdas alguna mirada que quedó atrapada y no resuelta en el tiempo con tu madre o tu padre?
Me refiero, si alguna vez, le miraste y ellos no supieron comprender aquello que con la mirada querías expresar.
¿Querías hacer algo y no tuviste el apoyo para intentarlo?
¿Te hubiera gustado que te hubieran dado eso que necesitabas?
A veces, los niños no saben expresar lo que quieren y los adultos no pueden darle eso que necesitan. Y eso, al darse en los primeros años de nuestras vidas, si no es resuelto, marca el futuro.
💡Piensa y comparte esto con otra persona que lo necesite
Pregúntate ahora
¿Cómo sería tu vida, si cada vez que intentaste algo, si cada vez que tenías miedo a hacer algo nuevo, tus padres te hubieran acompañado para realizarlo?
¿Hubieras hecho más cosas?
Piensa, tómate tu tiempo.
💡Recomendación: anota estas preguntas en un diario semanal
A continuación, tienes la Carta nº3 La importancia de la mirada no resuelta
Lo que voy a contar, para mi cambio mi existencia y mi manera de acompañar a mi hija. También a entender a mis padres y en parte, porqué soy así.
Esta lección es para padres y también para hijos, porque va a ayudar a romper muchos nudos no resueltos y comprender mejor nuestra existencia.
#Carta 3: La importancia de las miradas no resultas
Mi relación con los parques ha variado durante mi etapa vital.
De pequeño, no tenía a penas parques a mi alrededor. Creo que había uno o dos en el pueblo, así que los frecuentaba poco.
Pero si recuerdo, que eran de hierro y perfectamente se podrían hacer carros blindados y sobrevivir a una explosión con ese metal.
Los que más recuerdo era el tobogán, los columpios y esté que ves en la foto, que no sé como se llamaba, pero en el que te colgabas como un murciélago.
Si ahora me colgara así, daría vergüenza.
Todos esos columpios estaban todos sobre el suelo duro.
Nada de un suelo blandito anticaídas y de colores.
Ahí, te curtías. En una tarde en uno de esos parques, te podías hacer tantas heridas como en 9 meses de servicio militar. Herida arriba, herida abajo.
Con la edad, con el tiempo, me hice asiduo a ir a los parques, a partir de los 15 años. Iba a beber cerveza.
Se me daba bien la verdad. Mejor que hacer de murciélago. Y con mis amigos, pasaba muchas horas, entre tontería y tontería.
Con el tiempo, dejé los parques.
Y cuando fui papa, me hice socio de los parques.
También de los parques de bolas, pero sobre todo de los parques. Socio VIP.
Vivo al lado de uno y más allá de mi ventana, están los árboles del parque.
Así, que, con mi hija, he ido y voy mucho.
Recuerdo, que con unos dos años más o menos, lo que hacía ella era ir de allí para allá y yo detrás tirando de lumbago. Y poco a poco, la iba dejando para que cogiera su independencia, se fuera soltando y yo descansara.
Es una época, en la que los niños cogen los juguetes de otros y vienen los llantos, porque se lo han quitado o bien, no lo quieren dejar y nosotros les decimos que los dejen.
Si me permites un consejo, para un niño su juguete es como tu coche, tu pareja o tu móvil.
¿Tú lo prestas?
Pues eso, así que no le digas de pequeño que se lo deje a otros niños, porque es su tesoro. Es su mundo.
Y sobre esto va lo que te quiero contar sobre esta historia.
Martina, estaba jugando con un juguete y vino un niño y se lo quitó. El niño era conocido, así que no le dije nada, sólo miré a Martina.
Lo que pasó, es que ella me miró, pero yo no reaccioné…