Como anticipé, hubo quien se enfadó por el email de ayer.
Era de esperar.
De hecho, el email de ayer era una lección en si misma, mismo, misme.
Si yo escribo algo y tú te enfadas conmigo, el problema lo tienes tú.
Si permites, que lo que escriba un calvo sentado en una silla en Sevilla te ofenda, tienes un problema. Grande, ande o no ande.
Porque si es así, cualquiera puede perturbar tu paz y eso te hará débil.
¿un consejo?
No me tengas en cuenta ni a mi, ni a nadie. Que nadie te perturbe por lo que diga y verás cómo duermes como un lirón.
¿Qué más?
Mañana publico otra carta. Una historia en la que me asuste y recordé una enseñanza de un maestro de medicina china que me permitió tomar el control.
Cuando exista un problema, nunca provoques un segundo problema.
Y vas a ver, cómo son una sencilla práctica, puedes tomar el control de las cosas, tu ansiedad y rebajar tus pulsaciones.
Si quieres recibirla aquí:
Buen día
Luis
L