luis pascasio
una vida sencilla
Te doy la bienvenida a esta extraña lista de Luis Pascasio en el que la gente primero se apunta y después empieza a trabajar conmigo
Antes de dejarte el texto, te diré que lo que vas a leer es una de las Cartas que le escribo a mi hija para que cuando tenga cierta edad aprenda a desenvolverse mejor en la vida, porque hay cosas que no le van a enseñar en el colegio y que va a necesitar.
También, porque lo mejor que puedo hacer por ella, es que yo sea el mejor ejemplo
Un día casi perfecto
19 colmenas
Él solo lo hacía, parecía que no pensaba.
A veces, mientras iba con mi caña de pescar, intentaba adivinar qué pasaba por su cabeza, si todo eso, era su mundo en el que se sumergía y se olvidaba de todo. O, si tal vez, le servía para recordar y conectar. La verdad, es que nunca lo supe, simplemente sé que me gustaba observarlo mientras cuidaba de sus colmenas.
Las tenías cerca del río donde muchas tardes fui a pescar. Era algo contradictorio el ver sus manos fuertes y curtidas frente a la delicadeza con la que cuidaba a seres diminutos.
Ser un hombre amable que siempre sonreía y me saludaba por mi nombre, supongo que tenía mucho que ver, con lo que podía transmitir a sus colmenas. Trabajaba de manera tranquila, paciente, como si supiera que ese día y ese momento, es lo que tocaba. Como si supiera que todo ese trabajo vería su eclosión algún día.
Recuerdo que eran justo diecinueve colmenas que las tenía entre las flores y cerca del eucaliptal que bordeaba el río donde solíamos pescar.
En otoño bajaba la actividad de las abejas y en invierno no tenían actividad, pero él se acercaba y cuidaba cada detalle para que estuvieran perfectas. Contrastaba ese paisaje más bucólico con el de la primavera en la que aquello era una revolución que por seguridad te hacía permanecer más alejado.
El error
Un día le hice la siguiente pregunta a varias personas de mi entorno:
¿Cómo sería tu día perfecto? Te dejo algunas de las respuestas:
· Tirada en una playa, sola, en una hamaca y sin ruidos. Solo escuchando el mar.
· Un desayuno en familia en un hotel con vistas al mar. Después que los niños estuvieran en el club kids del hotel y dedicarnos unas horas para nosotros tomando algo. Cenar en la playa y terminar con una copa de vino antes de dormir en una cama super grande donde dormiríamos toda la familia.
· Que me toca la lotería, con eso el día ya está hecho.
· Levantarme a las doce de la mañana, arreglarme y quedar con mi amiga para ir de tapas y después tardeo. Y, que lo que ocurra al final de la noche sea un secreto que quedara entre nosotras el resto de nuestras vidas.
· Que el Betis le gane 6-0 al Sevilla en su casa y con Gordillo de presidente.
· Levantarme y mirar la cuenta del banco y que tuviera el suficiente dinero como para estar tranquilo el resto de mi vida.
- Levantarme como cuando tenía 18 años.
· Me conformo con poder ver una película de dos horas por la noche y no estar dormida a las 22:15.
Lo que me llamó la atención es que nadie habló sobre un día que ya hubieran pasado y que todos proyectaran siempre a futuro.
Para mi ese es el error, el querer proyectar siempre a futuro cuando tenemos el presente para construirlo.
¿Por qué no trabajamos en nuestro día a día para que ese día perfecto sea habitual?
Si no es perfecto, por lo menos que se acerque.
Esperamos demasiado a que algo bueno nos llegue, olvidando, que en cada acción de nuestro día, si lo trabajamos y lo vivimos estamos construyendo el mejor de nuestro futuro.
¿Por qué no podemos hacer que ese “día casi perfecto” sea nuestro día a día?
A veces perdemos demasiado tiempo viviendo en el futuro, a la espera de vivir esos momentos especiales, manteniéndonos y alimentados con nuestros sueños. Pero obviamos que lo más extraordinario que podemos hacer, es que cada día cuando nos vayamos a dormir sintamos que estamos plenos y satisfechos.
La vida es mejor cuando es sencilla
Durante años busque momentos especiales que fueran puntos de inflexión en mi vida. Buscaba eso que cambiara mi existencia en todos los aspectos y no tenía en cuenta que no había que buscar, solo debía simplificar y construir.
Era curioso, porque la vida se suponía que me iba bien. Creía que todo estaba bajo control, sin embargo, no era así. Leía libros de autoayuda, sobre estrategias empresariales para poder crecer, acudí a eventos y algún retiro.
Hice todo eso que hace la mayoría buscando esa “chispa” que prendiera mi éxito, mi bienestar y fuera la casilla de salida.
Después de probar todo eso, logré tener algunos días buenos. El subidón y la motivación típica duraban un tiempo, pero después se venían abajo. Como se nos viene abajo a los hombres, cuando no queremos que se nos venga abajo.
Así, que un día hice mi lista de cosas importantes que necesitaba para sentirme bien y vivir mi mejor vida posible.
A partir de ahí, establecí tareas simples que me ayudaran a tener la vida que deseaba mediante muchos “días casi perfectos”
Dejé de esperar el día especial, de contar los días para mis vacaciones. No quería llegar al viernes reventado como borrica para descansar el fin de semana.
Deseaba llegar a un punto, que cualqueir día me apeteciera trabajar, vivir y respirar y no sentir que era una carga.
Quería construir “días casi perfectos” desde la sencillez, sentirme que no debía esperar al futuro para estar pleno y vivir momentos de felicidad mientras sucede la vida. No quería esperar, lo quería ahora.
El poder de lo sencillo
Te voy a contar como intento construir todos esos días.
Igual no te sirve a ti porque tú tienes tus prioridades, tu edad y, además, estas en continua evolución.
Nada más levantarme me voy a espejo con mi peor cara y “sonrío”.
Sonreír es una gran inversión que sale gratis. Eso me ayuda a alejarme de la negatividad, a vibrar de tal forma que dé los buenos días desde el lado positivo. Además, lo hago riéndome de mis defectos, lo cual me hace sentirme más poderoso.
Si yo no me hago daño, nadie me lo podrá hacer.
Después, doy las “gracias”, algo parecido a cuando se bendice la mesa. Es curioso porque antes no le veía sentido y ahora lo entiendo todo. Cuando damos las gracias de todo lo que tenemos y hemos conseguido, estamos conectando con nuestros logros y es una forma de sentir lo afortunado que somos. Es una manera de decirle a nuestro cerebro:
“Mira capullo, ni se te ocurra venir de agorero como político populista, porque tengo que agradecer mucho a la vida. Y, aunque no es perfecta, la disfruto todo lo que puedo y me aseguro, que cada día que construyo sea "casi perfecto"
Acto seguido, me visualizo y siento cómo será mi día y me hago mis propias afirmaciones que eleven mi energía. Esto lo descubrí no hace demasiado tiempo y tiene que ver con las conexiones neuronales que activamos y que nos van a posibilitar tener mejores ideas y estar más activos a la hora de ver las oportunidades que a menudo pasan por delante nuestra y que la mayoría de las veces las dejamos escapar.
Esto que te acabo de contar, no me lleva más cindo o diez minutos y es la manera en que enfrento mi “día casi perfecto”. Es una manera de empezar el día vibrando positivamente y estando vivos. Porque hay personas que se levantan muertos y son como zombis que arrastran los peores presagios por donde pasan.
Después, empiezo a trabajar. Ya tengo mi lista de tareas que si o si tengo que hacer todos los días y me resulta relativamente fácil terminarlas de manera sencilla. También, desde ese estado de agradecimiento y abundancia, escribo los emails y otros textos. Soy mucho más ingenioso, más creativo en esas primeras horas de la mañana.
Esas dos primeras horas, digamos que en muchas ocasiones me suponen gran parte de mi trabajo diario. Pase lo que pase, lo esencial y urgente, ya lo tengo completado.
Por mi constitución, algo que aprendí de la medicina china, tengo mucha más energía por la mañana y lo que hago, es aprovecharla para sacar el máximo rendimiento. En la noche tengo menos energía, soy menos activo, por lo que adapto mi día a mi propia constitución. Cualquiera que me haya conocido en el mundo de la noche no se lo va a creer, pero igual eran otros tiempos.
Después te levanto a ti, Martina, sobre las ocho de la mañana. Como buena niña, te cuesta despertarte entre semana. Ya tienes lo fines de semana para levantarte a las siete de la mañana y despertarnos con tu energía. Así, que como te haces la remolona, aprovecho y te abrazo mientras te digo que te quiero, que confio y estoy orgulloso de ti. También te digo que vas a tener un gran día.
Son cinco minutos, nada más, pero que me permiten conectar y porque no decirlo, disfrutar de tus manitas y tu piel suave mientras te haces la dormida, aunque yo sé que no lo estas.
Cuando seas mayor mi papel como padre será otro, tu mundo serán tus amigas y en parte te alejarás, pero ahora, lo que toca es cuidarte y acompañarte de esta manera.
Hasta las nueve que empieza el colegio que lo tenemos al lado de casa, mientras te preparas, hago el desayuno, hago las camas y algo de ejercicio. Me puedes llamar loco, pero lo vas a entender.
Antes de hacer la cama de una habitación, caen las primeras quince flexiones y veinte sentadillas, después voy a hacer la cama de la otra habitación y sigo la misma rutina, otras quince flexiones y veinte sentadillas. ¿Qué hago antes de lavar los platos? Quince flexiones y veinte sentadillas.
Así, que antes de ducharme que son cinco minutos, porque los calvos no nos entretenemos con el pelo, he dejado la casa con ese mínimo de orden necesario y he realizado cuarenta y cinco flexiones (o burpess como le dicen ahora) y sesenta sentadillas, que es el mínimo de ejercicio que me propongo.
Una vez te dejo en el cole, me tomo un café con unos amigos y me vuelvo a casa. Es decir, que antes de las diez de la mañana, he conectado contigo, he trabajado mi mentalidad, mi físico, en mis negocios, he tenido algo de ocio con amigos y he ordenado algo la casa.
Cuando empiezo a trabajar sobre las diez o un poco antes, cada media hora paro, me levanto y dedico cinco minutos a una tarea de la casa. Eso me despeja, me da claridad y después me vuelvo a dedicar a trabajar. Con veinte años igual se puede mantener la concentración tres horas seguidas, pero a día de hoy, tengo que trabajar así y es de la manera en que soy más efectivo.
Llega la hora de comer y hay días que te recojo y otros que te quedas en el comedor, una vez que termina la hora de la comida y estas con mamá, dedico media hora a meditar.
Es solo media hora. Los budistas le llaman meditar, en España lo combinamos con la siesta. Más allá de como queramos llamarle y las intenciones que tengamos, te diré que después de comer me vengo abajo, por eso, necesito de ese descanso.
Me pongo a meditar y en ocasiones me duermo diez minutos y otras no lo consigo, es un tiempo de desconexión ante de trabajar un poco más.
Ese tiempo también lo dedico en pensar que debo eliminar de mi vida. Porque todas las semanas procuro eliminar algo, ya que tengo el objetivo de simplificar mi existencia cada vez más.
A veces puedo eliminar algo físico como un objeto que no utilizo, ropa o bien, algo que me distraiga y solo aporte ruido a mi vida, como puedan ser las redes sociales.
Después de haber trabajado durante otro tiempo, procuro jugar al menos media hora contigo, tú y yo solos, como procuro hablar al menos media hora con mamá. A veces el día a día nos puede alejar y nos puede llevar a no cuidar las relaciones que para nosotros son importantes. Por eso, también, llamo dos veces al día a la Yaya y al menos, una vez en la semana hablo con la tita Laura y la tita Mary.
Te podría contar más cosas que hago todos los días, como unos minutos estando en cuclillas, ya que por mi constitución, según la medicina china, necesito cuidar mi zona más débil como es la zona lumbar y por debajo del ombligo. Estar unos minutos en cuclillas, no solo es bueno para el tránsito intestinal, sino que ayuda a desbloquear la zona lumbar.
También hay días que hago algo de ayuno, o llamo a algún amigo todas las semanas. Un día juego al fútbol, algo que es sagrado, aunque lo haga rematadamente mal, y después me tomo unas cervezas, que es más sagrado todavía y que se me da mejor.
Lo que pretendo, es trabajar y construir esos “días casi perfectos” en los que aporto, aunque sea un poquito a todas esas piezas importantes del puzle de mi vida, como es el trabajo, la familia, mi salud, las relaciones, mi desarrollo personal y mi bienestar. Esto me hace ir a la cama tranquilo y pleno.
¿Son todos los días así?
No, en absoluto, ese sería mi día perfecto, he intento que puedan serlo. A veces lo consigo y a veces, me acerco lo máximo posible.
Tu día casi perfecto
Esto no vale para todo el mundo, cada persona tiene su edad, sus circunstancias y deben de determinar que es importante para construir la vida que quieren y adaptar cada paso a sus deseos.
Por eso, tú debes saber qué es eso que te llena, te gusta, necesitas o que quieres alcanzar.
A mí, me encanta y disfruto ayudando a personas a construir esos “días casi perfectos” y que consigan tener la vida extraordinaria que desean. No ayudo a que disfruten a jalarse un coco bajo una palmera en una playa caribeña. Eso, si tiene que llegar, llegará. Creo que es mejor, disfrutar el mayor número posible de nuestras vidas.
Porque lo extraordinario, es poder llegar a disfrutar y dominar lo ordinario.
Un “día casi perfecto” para ti no es el que tiene fuegos artificiales, sino el día en que cuidas de ti misma y de las áreas importantes de tu vida.
¿Sabes cómo ayudo a diseñar ese “día casi perfecto” y que puedes hacer tú?
Les digo, que lo primero que tienen que hacer, es que piensen en un día que no suene emocionante, y que lo planifiquen de tal manera, que toquen al menos un poquito todas esas áreas importantes. Para que al final del día, todo eso que hayan logrado hacer, les haga sentir de manera plena y sientan satisfacción.
Cuando son capaces de ir ejecutando acciones sencillas en su rutina, en su día a día, se van sintiendo personas plenas. Lo que van consiguiendo es establecer hábitos ahorrando mucha energía. Un cerebro es flojo como sindicalista, por eso, ama los hábitos. Y, para sacarlo de los malos hábitos, hay que sustituirlos por otros.
Una vez que se van automatizando las acciones todo se va volviendo más sencillo y rápido de ejecutar sin llegar a sentir el agotamiento de un día a día lleno de luchas y enfrentamientos.
Así, que solo piensa en eso que es importante para ti y al menos, dedica unos minutos al día. Habrá mucho más tiempo para el trabajo lógicamente, pero seguro que vas a tener quince minutos al día para hacer algo de ejercicio y cuidar tu salud y tu físico. Como tendrás cinco minutos para llamarme a mí o a mamá. Cinco minutos para una meditación y diez para hablar con una amiga. El día da mucho de sí cuando te planificas bien. Un día ordinario, puede ser “casi perfecto” si al menos las áreas importantes para ti son “tocadas” en parte.
El sabor
Hacía unos meses que no iba a pescar por aquella parte del río, pero con el buen tiempo y el calor, volvimos a probar suerte en esa zona que me encantaba.
Pasamos alejados de las diecinueve colmenas, ya que las abejas estaban con mucha actividad y cualquier intrusión las pondría rabiosas. No sé si alguna vez te han picado varias abejas, a mi si y no es algo que quiera repetir.
Él nos había visto desde el coche, se nos acercó y nos saludó. También nos regaló un bote de miel, sin etiqueta. Supongo, que hay sabores que no se pueden etiquetar, ya que no se sabría que poner.
Cogí parte del pan del bocadillo que había rellenado con una tableta de chocolate que ya estaba medio derretido y lo unté con miel. Ahora sí, en ese momento, con los dedos y la boca pringosa, comprendí toda su obra extraordinaria.
Guardé silencio, dejando que los últimos destellos del sol, mientras saboreaba la miel más exquisita que jamás había probado, hablaran por si solos. Frente a mí, las abejas revoloteaban entre las colmenas y las hierbas, en un baile tan caótico como mágico. Todo era hipnótico, como si el tiempo hubiese decidido que allí no existiría.
Todo cobró sentido. Ese día a día ordinario, algunos de frio, de viento, de primavera, en el que él disfrutaba en cada poda, en cada riego de las nuevas flores que plantó y como cuidaba y protegía sus colmenas, conformaran su obra maestra. Ese era su secreto, la miel era solo una de las consecuencia.
Lo realmente extraordinario es llenar un día normal de algo especial y que se viva de manera plena. Ese es el verdadero secreto, crear muchos “días casi perfectos” y no esperar a que ocurra lo extraordinario, porque eso, tarde o temprano llegará.
Igual no todo te sale como esperas, no pasa nada, yo no todos los días he podido hacer cuarenta cinco flexiones. Igual me quedo en diez, pero son diez y son más que cero. Igual no puedo llamar a la Yaya todas las mañanas y por las noches, pero al menos llamo una vez al día. Lo importante es tener esas acciones sencillas que te permiten llenar y satisfacer esas áreas que son importantes para cada uno de nosotros la mayoría de los días.
Ya no espero el fin de semana, ni a las vacaciones, ni siquiera espero al día siguiente, porque para mí, lo extraordinario, es disfrutar de lo ordinario.
Un abrazo
Papá
Ahora te pregunto a ti.
Porque si has llegado hasta aquí, tienes que tener algo más que curiosidad.
¿Quieres seguir con la vida que tienes?
Si la respuesta es si, enhorabuena. A mi me costó años.
Si quieres o necesitas cambiar, te diré la manera en que las personsas empiezan a trabajar conmigo.
Es sencillo, mediante una primera sesión de orientación gratuita.
Por mi manera de trabajar, tengo un límite de personas y además, me gusta saber si puedo realmente ayudar y si esas personas tienen el compromiso de transformar sus vidas.
Porque una cosa es la intención y el deseo y otra muy distinta, el compromiso.
La mayoria de personas leen libros, van a talleres y escuchan podcast y son personas que desean y sueñan, lo cuál esta bien.
Pero solo las que realmente tienen compromiso, son las que dan el paso de tener a un mentor para una verdadera transformación.
Por eso ofrezco una sesión de orientación gratuita, porque yo tengo muy claro que doy el 100% en el acompañamiento tanto personal como profesional y quiero saber si tú eres una persona realmente comprometida.
También, porque no te aconsejo que trabajes con alguien a quien no conoces.
En menos de una hora saldremos de dudas tanto tú como yo.
Aquí puedes solicitar la sesión: