Acabo de ver una noticia de 2012.
Una boda en Donostia que acabo en una pelea por diferencias políticas.
Unos del País Vasco y los otros de Valladolid.
Cuando ya estaban bailando y contentos cómo Masiel en una barra libre, pidieron una canción al DJ. Al parecer con connotaciones políticas.
El DJ puso la canción y el novio ordenó quitarla.
La pusieron de nuevo y el novio intervino, así que recibió un puñetazo en la nariz.
Y, todos manos a la obra.
La novia, micro en mano, llorando y pidiendo calma.
Unos separando, otros dándose leña.
Tuvo que intervenir la policía y hubo seis heridos.
Puta política, al carajo un día en el que se debía ser feliz.
Mira, no siempre se llega a las manos, pero si a menudo nos enfadamos, ofuscamos o indignamos por comentarios y expresiones.
Por eso, mañana en Carta par Martina, te voy a contar una historia, como si fuera el abuelo cebolleta y te diré, que hago yo a estas alturas de la vida, para observar y no desgastarme.
Para vivir y no enfadarme.
Para reconocer a los idiotas y no dejarme llevar por sus mierdas.
Para no entrar en polémicas.
Para incluso disfrutar y reírme, mientras otros discuten, porque no entendieron que son meros peones y borregos adoctrinados.
Cuando la leas, igual te remueves, te reconoces, sientes vergüenza, pero tranquilidad, porque forma parte de un proceso de autoconocimiento y de conocimiento de la sociedad.
Si quieres ser un poquito feliz, antes debe ser libre y para eso, debes entender el juego.
Mañana y para recibir la lección completa aquí:
Un abrazo,
luis