Hay mucha gente que quiere ser feliz y eso es imposible.
Existen los momentos de felicidad, pero no la felicidad plena.
Momentos pequeñitos de plenitud, pero no para toda la vida.
A menudo los gurús venden eso de ser felices y que todos comen perdices.
Mira, para niños de teta está bien, pero para un adulto es una falta de respeto.
Y, sin embargo, mucha gente paga mucho dinero bajo la promesa de la felicidad eterna, de salir de un pozo de amargura, por lo que se gastan lo que tienen y lo que no tienen, en fines de semana en los que les toman el pelo.
En congresos y conferencias donde, te dan un chute de motivación, cuatro consejos y te vas contentito para casa.
Mi objetivo con Cartas para Martina es más sencillo.
Más simple, para eso soy hombre.
Y tiene que ver con simplificar la vida para vivir mejor.
y para eso, las lecciones que doy tienen que ver con el taoísmo y aquello que he aprendido para navegar mejor por la vida, que me la han simplificado y me ha permitido vivir mejor.
Días más felices y días no tan cabreado, pero, sobre todo, siendo yo y sin renunciar a nada.
Porque la vida, a veces es cómo un mar en calma y una brisa suave que te acaricia.
Y a veces, es un temporal que cómo no te coja preparado, te desmonta.
Mañana una nueva historia real y una lección.
Verás cómo conseguí hacer muchas cosas en un viaje a Cancún de la manera más sencilla y cómo puedes preparar tu mente para que tú consigas tus cositas.
Aquí si quieres recibir la historia y la lección:
Un abrazo
Luis
PD: Por 9€ te puedes comprar un cinturón si ya eres una persona que está contenta con su vida.